FORESTAR:
CONTRARRESTAR EL CAMBIO CLIMÁTICO
Pacho Nazar
Podríamos enunciar el Cambio Climático (CC) como el conjunto de fenómenos meteorológicos extraordinarios en la atmósfera planetaria que han venido distorsionando los registros estadísticos históricos y señalando una significativa tendencia hacia trastornos permanentes de los factores elementales de la misma. Se atribuyen aquellos fenómenos al aumento en la atmósfera de los llamados gases de invernadero (GI), que de manera imperceptible elevan la temperatura del aire como lo hacen el vidrio o el plástico en el interior de un invernáculo (efecto invernadero). Esto conduce al calentamiento global de la atmósfera, al que se responsabiliza del CC. Desde poco más de dos décadas atrás, la preocupación mundial por el CC ha generado más formalidades que hechos, más buenos propósitos que sus concreciones, más cinismo protocolar que coherencia ética. En la trama internacional, conformada tanto por los despropósitos como por las buenas intenciones, operan las mismas fuerzas poderosas que mantienen las distancias entre Primer Mundo y Países En Desarrollo, que profundizan el abismo entre el Norte y el Sur del planeta, que impulsan la dominación imperialista sobre el Tercer Mundo. EEUU de Norteamérica y China, los mayores emisores de GI, se niegan obstinadamente a entrar en los acuerdos mundiales para frenar las acciones negativas sobre el ambiente.
Los Protocolos Internacionales
En 1989 sesenta y ocho países firmaron la Declaración de Noordjwik, comprometiéndose por ella a incrementar la superficie boscosa de la Tierra. En 1992, en el marco de la Cumbre Ambiental de Río de Janeiro, se conformó la Convención Marco de Naciones Unidas para el CC (CMNUCC), la que al 2002 contaba con ciento ochenta y seis países suscriptos que anunciaban disminuir sus emisiones de gases de invernadero al aire. A partir de aquella Convención se sucedieron consecutivas Conferencias de Partes (CoP). La CoP número TRES se desarrolló en Kyoto en 1997, sentando las bases para la reducción de los GI por parte de los países desarrollados: ochenta y cuatro naciones sufragaron el Protocolo de Kyoto; treinta y nueve de ellas pertenecen a la Comunidad Económica Europea, al subcontinente norteamericano, a Oceanía (Australia y Nva. Zelanda) y a Asia (integrantes de la ex Unión Soviética y Japón). La mayoría de estos treinta y nueve firmantes integran el Primer Mundo: están ausentes los emisores de gases de invernadero máximos del mundo, China y los EEUU de Norteamérica. Rusia lo suscribió en 2003. Los treinta y nueve Desarrollados rubricaron que reducirían sus emisiones de GI en proporción del 5% de sus emisiones correspondientes al año 1990.
Los Mecanismos de Kyoto
Se trata de procedimientos administrativos, comerciales y protocolares, acordados en 1997, que configuraron una suerte de bolsa mercantil internacional: el Mercado de Bonos de Carbono (Carbon Tradable Offsets, CTO); se podrían equiparar a las reglas de juego o normas para ingresar y cotizar en una plaza de valores de cualquier ramo. Los treinta y nueve desarrollados del orbe se habían comprometido a reducir sus emisiones de GI; las reducciones serían certificadas y los respectivos certificados cotizarían en la bolsa, pudiéndose vender y comprar: es el Comercio de Certificados de Reducción de Emisiones (CE). Así mismo, los treinta y nueve acordaron atenuar o mitigar, los perjuicios ambientales mediante proyectos de mitigación entre ellos: Implementación Conjunta (IC). Por otro lado, tanto los mismos treinta y nueve como los restantes firmantes de Kyoto (cuarenta y cinco , que pasaron a denominarse NO ANEXO I) lograron consensuar que sus futuros desarrollos económico-sociales se operarían mediante políticas estaduales que impedirían las emisiones de GI: a esto se lo denominó Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL).
Condiciones del “Desarrollo Limpio”
Se identificaron los Usos del Suelo (Land Use), que tradicionalmente generaban emisiones de dióxido de carbono; se propusieron cambios de uso del suelo (Land Use Change), que las reducían al mínimo y propendieron el cultivo de bosques (Forestry): tres iniciativas resumidas en las iniciales LULUCF (Land Use and Land Use Change and Forestry). El primer período de compromiso comenzó en 2008 y finaliza en 2012: las emisiones de GI producidas al inicio del mismo (año base: 100%) debían ser reducidas al 1% a su cierre.
Los MDL permitirían las transacciones comerciales de Certificados de Reducción de Emisiones (CER) entre los treinta y nueve Desarrollados y los cuarenta y cinco NO ANEXO I, que trocarían los CER por acciones.
Bosques Nativos No Ponderados
La Conferencia de Partes (CoP) Nº 6, habida en 2001, no reconoció como MDL el manejo de los bosques nativos ni las medidas de prevención de la deforestación.
El Punto de Partida
Si hay exceso de dióxido de carbono en el aire y se trata de disminuirlo a niveles normales, es necesario conocer el monto del exceso para establecer desde qué valor se parte y cuánta es la proporción en que debe operarse el descenso. El valor de partida es la línea base de dióxido de carbono.
Para esas determinaciones en la Patagonia andina se han propuesto tres sitios forestales, que sostienen bosques nativos de “ciprés de la cordillera” (Austrocedrus chiloensis) y plantaciones de “pino ponderosa” (Pinus ponderosa). Los sitios funcionarían como repeticiones, de las que se obtendrían resultados promedio de los tres. En cada sitio se seleccionarían diez árboles de cada una de las especies coníferas.
El Carbono en los Ecosistemas Forestales
El dióxido de carbono atmosférico es absorbido por las hojas vegetales y, en su interior, es procesado por la “maquinaria” biológica de la fotosíntesis, que incorpora el carbono (C) a moléculas orgánicas: en el cuerpo de los vegetales no hay dióxido de carbono sino C orgánico. Cuando los restos vegetales (hojas) caen a la superficie del suelo, tras haber cumplido su ciclo vital, el C orgánico va en su interior y se deposita en forma de mantillo. Pero también las raíces son parte del cuerpo de las plantas y, por ende, contienen C orgánico, resultante de la fotosíntesis en las hojas y que ha sido transportado hacia las porciones inferiores. Aquel mantillo superficial de hojarasca caída, naturalmente y a través del tiempo, pasa a conformar el humus del suelo y las raíces muertas se convierten en materia orgánica del suelo: ambos componentes aportan su C orgánico, que queda bajo la superficie. En resumen, en los ecosistemas forestales el C orgánico se acumula: (a) en la biomasa aérea viva vegetal, (b) en la hojarasca superficial y (c) en el suelo. La fauna pequeña (microfauna) o grande (macrofauna), consumidora de hierbas (herbívora) y, en consecuencia, acopiadora de C orgánico, si es permanente en el ecosistema, sumará sus restos animales al mantillo superficial.
Mediciones Meticulosas para Conocer el C Contenido en Árbol
El C orgánico está presente en todo el cuerpo de un árbol. Entonces se debe determinar la masa total del mismo, que estará integrada por la sumatoria de las masas de tronco, de ramas, de hojas y de raíces. La medición del tronco exige que se evalúe su diámetro a la altura del pecho de un observador, que se apee el ejemplar y que se cuantifique su volumen en unidades cúbicas (cubicación). El ejemplar apeado contiene una mayoritaria proporción de agua y una menor proporción de sólidos. Indudablemente, el C orgánico se encontrará en la porción de sólidos; de modo que interesará establecer la masa de sólidos (masa seca o peso seco) del árbol, que resultará del monto de masa fresca o peso fresco al que se le deducirá (debitará) al valor de agua acompañante. Estimando que la mitad de los sólidos del árbol es C orgánico, se dividirá el peso seco por dos y se obtendrá la cantidad de ese elemento, integrante de las moléculas orgánicas, presente en el ejemplar apeado. No siendo uniforme la distribución del C orgánico en el cuerpo de la planta, deberá efectuarse el cálculo en cada una de sus partes: tronco, ramas, hojas, raíces.
El C en el Ecosistema Forestal (Rodal)
A los fines del cómputo de C existente en todo el ecosistema, debe determinarse el contenido del elemento en la biomasa aérea (vuelo forestal), en la biomasa superficial vegetal (mantillo) y en el suelo.
Inventario Forestal para el C en Biomasa Aérea
El inventario se hará en 40 parcelas de 1 m2 de Pinus ponderosa y en 40 de Austrocedrus chiloensis. El inventario arroja la cantidad de madera en tronco y la masa de ramas y hojas. Esas cantidades, multiplicadas por el valor de C orgánico determinado anteriormente en la porción sólida, darán por resultado el C existente en la biomasa aérea del ecosistema forestal.
El C en el Mantillo
En las parcelas de ambas especies se cuantifica el peso fresco y el peso seco del mantillo superficial. La mitad del peso seco de mantillo será la masa de C orgánico. El C de 1 m2, multiplicado por 10.000 m2, será el valor de C por hectárea presente en el mantillo del ecosistema.
El C en el Suelo
Se obtendrá una muestra de suelo entre la superficie y el medio metro de profundidad, en cada uno de los tres sitios forestales.
Buenos Aires, enero 2012
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